MUJER    






El Día Internacional de
la Mujer Trabajadora

 

(o también Día Internacional de la Mujer)

Se celebra el día 8 de marzo y está reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En este día se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo integro como persona. Es fiesta nacional en algunos países.

La idea de un día internacional de la mujer surgió al final del siglo XIX, en plena revolución industrial y durante el auge del movimiento obrero. La celebración recoge una lucha ya emprendida en la antigua Grecia por Lisístrata, quien empezó una huelga sexual contra los hombres para poner fin a la guerra, y que se vio reflejada en la Revolución francesa: las mujeres parisienses, que pedían "libertad, igualdad y fraternidad", marcharon hacia Versalles para exigir el sufragio femenino, pero no fue sino hasta los primeros años del siglo XX cuando se comenzó a proclamar, desde diferentes organizaciones internacionales de izquierda, la celebración de una jornada de lucha específica para la mujer y sus derechos.

La Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, reunida en Copenhague, proclamó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, a propuesta de la dirigente comunista alemana Clara Zetkin, como una jornada de lucha por los derechos de las mujeres. La propuesta fue aprobada unánimemente por la conferencia de más de 100 mujeres procedentes de 17 países, entre ellas las tres primeras mujeres elegidas para el parlamento finés.

Como consecuencia de la decisión adoptada en Copenhague el año anterior, el Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez (el 19 de marzo) en Alemania, Austria, Dinamarca ySuiza, con mítines a los que asistieron más de un millón de personas, que exigieron para las mujeres el derecho de voto y el de ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.

Menos de una semana después, el 25 de marzo, más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes, murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle en la ciudad de Nueva York. Este suceso tuvo grandes repercusiones en la legislación laboral de los Estados Unidos, y en las celebraciones posteriores del Día Internacional de la Mujer se hizo referencia a las condiciones laborales que condujeron al desastre.

En el marco de los movimientos en pro de la paz que surgieron en vísperas de la primera guerra mundial, las mujeres rusas celebraron su primer Día Internacional de la Mujer el último domingo de febrero de 1913. En el resto deEuropa, las mujeres celebraron mítines en torno al 8 de marzo del año siguiente para protestar por la guerra o para solidarizarse con las demás mujeres.

En el año 1917, como reacción ante los 2 millones de soldados rusos muertos en la Primera Guerra Mundial, las mujeres rusas escogieron de nuevo el último domingo de febrero para declararse en huelga en demanda de "pan y paz". Los dirigentes políticos criticaron la oportunidad de la huelga, pero las mujeres la hicieron de todos modos. El resto es historia: cuatro días después el Zar se vio obligado a abdicar, y el gobierno provisional concedió a las mujeres el derecho de voto. Ese histórico domingo fue el 23 de febrero, según el calendario juliano utilizado entonces en Rusia, o el 8 de marzo, según el calendario gregoriano utilizado en otros países.

Desde esos primeros años, el Día Internacional de la Mujer ha adquirido una nueva dimensión mundial para las mujeres de los países desarrollados y en desarrollo. El creciente movimiento internacional de la mujer, reforzado por las Naciones Unidas mediante cuatro conferencias mundiales sobre la mujer, ha contribuido a que la conmemoración sea un punto de convergencia de las actividades coordinadas en favor de los derechos de la mujer y su participación en la vida política y económica. El Día Internacional de la Mujer es cada vez más una ocasión para reflexionar sobre los avances conseguidos, exigir cambios y celebrar los actos de valor y decisión de mujeres comunes que han desempeñado una función extraordinaria en la historia de México.

El día de la mujer en el movimiento obrero

 

Aún con los hechos redactados en la anterior cronología, la historia más extendida sobre la conmemoración del 8 de marzo hace referencia a los hechos que sucedieron en esa fecha del año 

1908, cuando murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York en un incendio provocado por las bombas incendiarias que les lanzaron ante la negativa de abandonar el encierro en el que protestaban por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían.

También se reconoce como antecedente a las manifestaciones protagonizadas por obreras textiles el 8 de marzo de 1957, también en Nueva York.

En el estudio realizado por Isabel Álvarez González y publicado bajo el título Los orígenes y la celebración del Día Internacional de la Mujer, 1910-1945 (KRK-Ediciones, Oviedo, 1999), el incendio que se vincula con la celebración de esta fecha no fue el 8 de marzo sino el 25 de marzo de 1911, pocos días antes de la celebración del primer Día Internacional de la Mujer, en la empresa Triangle Shirtwaist.

La manifestación a la que muchas veces se hace referencia, no habría ocurrido el 8 de marzo de 1908 ni de 1857, como muchas fuentes señalan, sino el 27 de septiembre de 1909; a partir de noviembre de 1908, según otras fuentes, en el marco de una huelga de más de trece semanas de duración que las empleadas y empleados del sector textil realizaron en el East Side de Nueva York. Participaron más de 20.000 obreros, en su inmensa mayoría mujeres. Durante esas 13 semanas padecieron hambre, ataque de esquiroles, detenciones (más de 600), despidos... pero consiguieron las peticiones reclamadas. El 8 de marzo de 1909 se convocó una manifestación exigiendo, de nuevo, mejoras de condiciones para las mujeres emigradas y la abolición de la explotación infantil así como el derecho al voto de las mujeres.

Las historiadoras Liliane Kandel y François Picq afirman que el mito que sitúa la manifestación en el año 1857 fue creado en 1955 para eliminar el carácter comunista que más tarde adquiriría el Día Internacional de la Mujer.

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TERMINA 23 ENCUENTRO DE CONTADORES DE HISTORIAS Y LEYENDAS
EN BUGA, COLOMBIA
Contadores de historias de once países de América Latina participaron en la vigésima tercera versión del Encuentro de Contadores de Historias y Leyendas en Buga, Colombia, entre el 3 y el 6 del pasado mes de noviembre. 
Estuvieron presentes contadores de historias de Argentina, como José Ramón Farías, quien contó relatos de tradición oral, con la fluidez de quien se ha desempeñado como docente durante muchos años, Gustavo Leguizamón, cuyos relatos musicalizados cuentan historias de la vida cotidiana de su provincia chaqueña argentina, y Ana Rosa Ortiz, una veterana narradora oral santafesina, que sorprende con el impredecible final de sus historias; de Uruguay, como Stella Marís Zaffaroni, una contadora de historias cuyo mérito radica en su gran capacidad para convertir rápidamente sus recuerdos en historias para trepar al escenario;

 
de Brasil como Belissa do Pinho, a quien la naturaleza le enseñó a contar cuentos, porque no acude a talleres, y posee la magia para hacerse entender de los niños en su rudimentario portuñol; y Yosy Correia, Júlia Fiuza y Edmar Cândido, miembros de una compañía circense, para quienes las historias no pueden suceder sin música previa; de Ecuador, como Patricio Guzmán, Freddy Neira y Raymond Duque, tres teatreros que se arriesgaron a convertir a última hora su montaje en una historia acoplada a las exigencias del Encuentro; de Venezuela, como Morelia Muñoz, Reynaldo Chaviel, Adrián Chaviel e Yván Pineda, caribes entusiastas, para quienes cuento y música son una misma cosa; de Panamá, como Carlos Fong, un hombre con muchas historias que llegó a Buga convencido de que no tenía nada qué contar; de Costa Rica, como Ana Victoria Garro, Lilián Ocampo e Inés Morales, tres estilos que caminan desde lo agrario hacia lo urbano; de Guatemala, como el gran César Soto, el hombre que combina la magia con las historias, y cuyo verdadero mérito radica en que no hace del relato un ambiente caprichoso para hacer la magia, sino que crea la historia para después crear la magia; de México, como la teatrera Araceli Flores, quien parece haber hallado en la narración oral una pilatuna para hacerle al teatro; de Cuba, como José Luis Quintero, uno de aquellos bienaventurados que tiene permiso para salir de la isla, y quien para llenar los días vacíos de una gira que hacía por Colombia le prometió al Encuentro contar alguna historia popular de su Cuba ancestral y terminó en el escenario, leyendo un poema de Martí; y de Colombia, cuya mención, por elegancia, hemos dejado para el final, como María de los Ángeles Hidalgo Romero, quien se arriesgó a representar a su país en este encuentro adonde los cuenteros colombianos, como suelen autodenominarse ellos mismos, no desean venir, porque no les apetece una de las condiciones del Encuentro de Contadores de Historias y Leyendas de Buga cual es ponerle a la palabra un freno con el fin de que se estabilice en su valor social.       
Este Encuentro, que es, como evento organizado de convocatoria a narradores orales, el más antiguo de Iberoamérica, es un espacio en donde se debate, sin pretensiones academicistas, sobre la narración oral y su papel en la recuperación de espacios significativos de identidad individual, colectiva y cultural.
Este evento es apoyado por el Ministerio de Cultura de Colombia a través de su muy original Programa Nacional de Concertación, por el Fondo Mixto para la promoción de la Cultura y las Artes del departamento del Valle del Cauca y la Alcaldía de Buga.
Como en todo espacio que congrega gente, el Encuentro también estuvo salpicado de emociones que protagonizaron pasiones no patrocinadas ni fomentadas por la organización del evento, porque, como se aclara en la convocatoria, el encuentro de contadores de historias y leyendas no es comercial ni competitivo, y a él pueden


concurrir personas que aman contar historias aunque no posean un amplio currículo formativo, y, por supuesto, los profesionales. Sin embargo, la organización enciende el incienso para que todos por igual disfruten de su aroma. 
En el Encuentro también participaron, aunque no contando historias, pero sí merodeando para indisponer, irrestrictas vocaciones latinoamericanas como la de dividir para reinar, la de murmurar, la de sentirse mejor que el otro, la de tomarse el brazo cuando te ofrecen la mano, la del utilitarismo, la del dandismo, la del oportunismo, etc, y aunque su gestión desestabilizadora no logró hacer tránsito hacia la tragedia, si generó en algunos el malestar de haber sido tratados en igualdad de condiciones con todos los participantes, y de lo cual están dando ahora testimonio a través de correos en los que manifiestan su inconformidad porque la primera parte de esta crónica, escrita con breve sevicia, no habla más de ellos. 
Por Germán Jaramillo.
Gentileza de Artezblai.
      
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«De todos los problemas candentes que deben tratarse en esta Asamblea, uno de los que para nosotros tiene particular significación y cuya definición creemos debe hacerse en forma que no deje dudas a nadie, es el de la coexistencia pacífica entre Estados de diferentes regímenes económico-sociales. Mucho se ha avanzado en el mundo en este campo; pero el imperialismo —norteamericano sobre todo— ha pretendido hacer creer que la coexistencia pacífica es de uso exclusivo de las grandes potencias de la tierra.»
11 de diciembre de 1964

Intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas en uso del derecho de replica

«He nacido en la Argentina; no es un secreto para nadie. Soy cubano y también soy argentino y, si no se ofenden las ilustrísimas señorías de Latinoamérica, me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie.»
11 de diciembre de 1964


 

Al Che (1967-2009)
Por Alicia Mesa Garbín
            No se si estas líneas que escribo,  serán blanco de críticas…no importa. Pasaron cuarenta y dos años, y tantas veces, cuando era estudiante, quise hablarte, pero mi voz no tenía importancia. Hoy, habiendo vivido más de media vida, seguramente tampoco la tiene. Pero precisamente por eso, debo decirte Che, hermano argentino,  que leo y releo lo que muchos dijeron de ti, ya que nunca pude conocerte.
           Dicen que tenías la voz firme que ordenaba sin mandar, tierna y dura de jefe camarada, que tu piel era aceituna de santo joven. Que pudiste haber muerto en el cine o en la tranquilidad de la lluvia como lo hará cualquiera de nosotros. Te cubrieron de afiches, tu nombre llenó muros, tu foto de boina negra y mirada lejana fue la que miró al mundo, y el mundo te miró, y algún corazón latiendo bajo una camiseta que mostraba tu rostro,  deseó seguirte como símbolo de rebeldía contra tanta injusticia.
           Tus ojos, siempre abiertos, porque nunca moriste, quedaron así, abiertos para que todos supieran que seguías vivo, mirándonos, seguías estando en el corazón impetuoso de los jóvenes –que no se equivocan cuando pelean por sus ideales de justicia, porque en ellos está la causa y el destino del hombre, ideales que el paso del tiempo  cambia.
           Por esa época-1967- siendo apenas otra estudiante de bolsillos flacos, creyendo poder componer el mundo, dolió tu muerte, la de tu cuerpo masacrado como si agujas interminables traspasaran la carne, pero renacías cada día y sentí que mi mano tenía tus manos, vilmente cortadas, unidas por el hilo invisible de la camaradería, tan fuerte, indestructible y hermosa. Compartí con tus ojos, tus manos, tus ideas, el dolor de los desterrados, ajusticiados, usurpados, explotados, y te sentí mi hermano, y pensé entonces, que nunca, nunca te pensaría muerto. Estabas más allá del dolor, más allá de la dicha, más allá… de todo.
          Escribieron- muchos- poesías inspiradas en tu vida. Yo- ignorada, también escribí en mi cuaderno de estudiante: “murió mi hermano”, pero nadie lo supo. Allí sigue guardado , entre papeles viejos, notas,  y sanas rebeldías de estudiante.
         ¿Qué importa si no fuiste un estudiante con vocación, qué importa si te definieron como “aventurero”, qué importa, si no eras un buen estratega? ,¿O si no eras un Ministro 10?   ¿Quién pide cuentas a tanto Ministro 0 en estas épocas?, ¿Quién puede exhibir tu coraje? La comparación no puede hacerse. Daría vergüenza. No fuiste de los que ordenaron a nuestros soldaditos de Malvinas que marcharan a la muerte. Sin duda, hubieras estado al frente de ellos, para morir primero.
          Quizás nunca sepas que siempre estarás en la dicha de sabernos nuevos, hombres buenos; estarás en la esperanza- que tal vez nunca se cumpla, pero nos hace revivir cada mañana y sentir aquello que nuestro ser nos manda,  eso, lo que nuestra esencia humana reclama. Estarás siempre- como antes estuvieron pocos,  otros a los que también lloramos e invocamos. Estarás en cada canción, en cada letra, en cada acto que nos reclame amor. Porque sólo eso fuiste : amor, amor por la libertad  hasta en tu última noche en esta tierra, la tierra de la “esperanza”
          Y como eras demasiado grande, tuvieron que matarte para que callara tu boca , la que contenía verdades, matarte en su podrida y odiosa mente. Y te odiaron y escarnecieron porque sabían que seguirías vivo por siempre. Por eso mezclaron tu cadáver con otros, todos vilmente asesinados  para que nadie te encontrara, cortar tus manos para que nadie te reconociera o para asegurarse de que no los perseguiría tu fantasma,  esconderte para que nadie publicara lo vil de la matanza.
          Y ocultaron que en tu mochila, llevabas un tesoro: poesía y de la grande, el Canto General de Neruda y que ese canto lo leías a tus compañeros de lucha en  la Sierra Maestra , y en las montañas de Bolivia, y que guardaste hasta tu último momento de libertad,  ese libro, ese canto.
          Quizás, pienso, te lo llevaste impreso en el corazón para no dejar de cantarnos nunca,  Che del mundo oprimido, Che del continente de la “esperanza”.
           “Así estamos, consternados, rabiosos, claro que con el tiempo la plomiza consternación se nos irá pasando, la rabia se hará más limpia. Estás muerto, estás vivo, estás cayendo, estás nube, estás lluvia, estás estrella…Donde estés…si es que estás…si estás llegando…aprovecha por fin a respirar tranquilo, a llenarte de cielo los pulmones. Donde estés…si es que estás…si estás llegando…será una pena que no exista Dios. Pero habrá otros, claro que habrá otros, dignos de recibirte comandante.” (1)
        
  Seguimos, dolidos pero vivos, porque nos dejaste eso, a pesar de la muerte,  la esperanza.

 
1.- Mario Benedetti, cit. de “Actas Literarias”, 2005.

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 "Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana ..."
LEGADO DEL POETA
Escribe Roberto Moscoloni
 
EL 23 DE SETIEMBRE DE 1973 MUERE PABLO NERUDA
A partir del sangriento golpe de estado al gobierno popular y revolucionario de Salvador Allende, a manos del asesino Augusto Pinochet y luego de haberle cortado las manos y asesinado al Poeta Víctor Jara y a miles de chilenos que formaban parte del pueblo anónimo, el gobierno dictatorial de Chile se encargó de difundir que Pablo Neruda no iba a ser ejecutado y que si moría se iba a deber exclusivamente a causas naturales.
El Poeta, en enero de 1973 deja escrito su legado poético-político, en el libro Incitación al Nixonicidio y alabanza de la Revolución Chilena.
La situación de vida, el agravamiento de su diabetes, la angustia de lo que pasaba en su país hicieron que el 23 de setiembre de 1973, Pablo Neruda haya sido asesinado de muerte natural
La victoria
Y así llegué con Allende a la arena:
al enigma de un orden insurgente,
a la legal revolución chilena
que es una roja rosa pluralista.
Y fue con mi Partido Comunista
(bello como un desfile proletario)
cuando en el mundo un día sobrevino
este camino revolucionario.
Hacia los pueblos alzo nuestro vino
con la copa a la altura del destino
Pocas palabras son las que nos atrevemos a decir en su homenaje… consecuencia, solidaridad, militancia. Neruda desafió a los golpistas desde el prólogo de aquel libro y se alejó de “ la poesía que querían leer las Señoras de la época”.
Desafía el buen gusto de los poetas de salón y se mete en la trinchera sentenciando
“ Esta es una incitación a un acto nunca visto: un libro destinado a que los poetas antiguos y modernos, extinguidos o presentes, pongan frente al paredón de la Historia a un frío y delirante genocida.
…….
Ha probado la Historia la capacidad demoledora de la Poesía, y a ella me acojo sin más ni mas”
Así comienza un libro destinado a fusilar poéticamente a Richard Nixon, presidente de EEUU en aquella época. Pero también Neruda hace un llamamiento a su pueblo y al pueblo del mundo sobre el peligro que vivía Chile de ser apresado por un golpe de estado que no dudaba que realizaría con la complicidad de los EEUU, los militares vendepatrias, la oligarquía vernácula, el sindicalismo mafioso y fascista y sectores que equivocadamente se vieron tentados a frenar el avance de las reformas revolucionarias del gobierno de Salvador Allende.
Sobre conspiraciones
Entre la Kennecott y las batallas
que dentro de mi Patria van urdiendo
contra el pueblo anacrónicos canallas,
Chile va, traspasado y sacudido,
sobre la turbulencia, construyendo
lo que nunca le fuera permitido:
trabajar y vivir sin desaliento
para que en Chile manden los humanos
y se cubra de frutos populares
el territorio antártico y lejano
y den las viñas de su geografía
el vino del amor y la alegría!
Un año y medio antes de este libro, y durante la visita del Comandante Fidel Castro a Chile, el propio presidente de Chile en conferencia de prensa declaraba que con el orgullo que significaba la visita, también era una alarma para la derecha, para estar preparados a golpear a su gobierno hasta derrocarlo.
La poesía aquí se mezcla con la declaración de principios, con la alarma, con la necesidad de poner al enemigo en alerta de que sabían que estaban preparando un golpe de estado.
La realidad muestra que la poesía no alcanzó, ni alcanzará nunca para detener a los huestes fascistas, pero es bueno que lo haya intentado, que sigamos creyendo en la palabra y mostremos su poder y su convocatoria. Si después, el asesino hace sangre de nuestra poesía, es su destino de agresor a la vida, sólo eso.
Hoy, a 36 años de aquella gesta poética, de la muerte de su poeta, volvemos a refugiarnos en las palabras de Pablo
“Y que los exquisitos estéticos, que los hay todavía, se lleven una indigestión: estos alimentos son explosivos y vinagres para el consumo de algunos. Y buenos tal vez para la salud popular.
No tengo remedio: contra los enemigos de mi pueblo mi canción es ofensiva y dura como piedra araucana.
Esta puede ser una función efímera: Pero la cumplo. Y recurro a las armas más antiguas de la poesía, al canto y al panfleto usados por clásicos y románticos y destinados a la destrucción del enemigo.
Ahora, firmes, que voy a disparar.” 
Aquí me quedo
Yo no quiero la Patria dividida
ni por siete cuchillos desangrada:
quiero la luz de Chile enarbolada
sobre la nueva casa construida:
cabemos todos en la tierra mía.
Y que los que se creen prisioneros
se vayan lejos con su melodía:
siempre los ricos fueron extranjeros.
Que se vayan a Miami con sus tías!
Yo me quedo a cantar con los obreros
en esta nueva historia y geografía.
 
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11 de setiembre
 
Jamás olvidaré aquel 11 de setiembre
los aviones…
y la sangre del pueblo
jamás olvidaré aquel 11 de setiembre
los aviones…
los gritos de horror
y la sangre del pueblo
 
jamás olvidaré aquel 11 de setiembre
los aviones
el fuego
los gritos de horror
y la sangre del pueblo
 
jamás olvidaré aquel 11 de setiembre
los aviones…
los edificios cayendo
el fuego
los gritos de horror
y la sangre del pueblo
 
jamás olvidaré aquel 11 de setiembre
Presidente Salvador Allende.
 
Roberto Moscoloni.
 
 
 
“Flores y Enigmas de la Mente”, Ediciones La Doblada, Grafisur, Carmen de Patagones, 2006.
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Biografía de Alfonsina Storni
(29 de Mayo de 1892 - 25 de Octubre de 1938)


La autora

La familia Storni -el padre de Alfonsina y varios hermanos mayores- llegó a la provincia de San Juan desde Lugano, Suiza, en 1880. Fundaron una pequeña empresa familiar, y años después, las botellas de cerveza etiquetadas «Cerveza Los Alpes, de Storni y Cía», circulan por toda la región. Los padres de Alfonsina viajaron a Suiza en el año 1891, junto con sus dos pequeños hijos. En 1892, el 29 de mayo, nació en Sala Capriasca Alfonsina, la tercera hija del matrimonio Storni. Llevó el nombre del padre, de un padre melancólico y raro. Más tarde le diría a su amigo Fermín Estrella Gutiérrez: «me llamaron Alfonsina, que quiere decir dispuesta a todo».

Alfonsina aprendió a hablar en italiano, y en 1896 vuelven a San Juan, de donde son sus primeros recuerdos. «Estoy en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea. Sentada en el umbral de mi casa, muevo los labios como leyendo un libro que tengo en la mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta». En 1901, la familia se trasladó nuevamente, esta vez a la ciudad de Rosario, un próspero puerto del litoral.

Paulina, la madre, abrió una pequeña escuela domiciliaria, y pasa a ser la cabeza de una familia numerosa, pobre y sin timón. Instalaron el «Café Suizo», cerca de la estación de tren, pero el proyecto fracasó. Alfonsina lavaba platos y atendía las mesas, a los diez años. Las mujeres comenzaron a trabajar de costureras. Alfonsina decide emplearse como obrera en una fábrica de gorras. En 1907 llega a Rosario la compañía de Manuel Cordero, un director de teatro que recorría las provincias. Alfonsina reemplaza a una actriz que se enferma. Esto la decide a proponerle a su madre que le permita convertirse en actriz y viajar con la compañía. Recorre Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán. Después dirá que representó Espectros, de Ibsen, La loca de la casa, de Pérez Galdós, y Los muertos, de Florencio Sánchez.

En sus cartas al filólogo español don Julio Cejador Alfonsina resume algunos momentos de su vida. Refiriéndose a esta época, le dirá: «A los trece años estaba en el teatro. Este salto brusco, hijo de una serie de casualidades, tuvo una gran influencia sobre mi actividad sensorial, pues me puso en contacto con las mejores obras del teatro contemporáneo y clásico (…). Pero casi una niña y pareciendo ya una mujer, la vida se me hizo insoportable. Aquel ambiente me ahogaba. Torcí rumbos…». Luego, en un reportaje de la revista El Hogar, contará que al regresar escribió su primera obra de teatro, Un corazón valiente, de la que no han quedado testimonios.

Cuando volvió a Rosario se encuentra con que su madre se ha casado y vive en Bustinza. La poeta decide estudiar la carrera de maestra rural en Coronda, y allí recibe su título profesional. Gana un lugar sobresaliente en la comunidad escolar, consigue un puesto de maestra y se vincula a dos revistas literarias, Mundo Rosarino y Monos y Monadas. Allí aparecen sus poemas durante todo ese año, y si bien no hay testimonio de ellos, sí sabemos de otros publicados al año siguiente en Mundo Argentino, y que tienen resonancias hispánicas.

Poeta en Buenos Aires

Al terminar el año de 1911, decide trasladarse a Buenos Aires. «En su maleta traía pobre y escasa ropa, unos libros de Darío y sus versos». Así, con nostalgia, evoca su hijo Alejandro la llegada. Pobre equipaje para enfrentarse con una ciudad que estaba abierta al mundo, con las expectativas puestas en esa inmigración que traería nuevas manos para producir y nuevas formas de convivencia. El nacimiento de su hijo Alejandro, el 21 de abril de 1912, define en su vida una actitud de mujer que se enfrenta sola a sus decisiones. Trabaja como cajera en la tienda «A la ciudad de México», en Florida y Sarmiento. También en la revista Caras y Caretas.

Su primer libro, La inquietud del rosal, publicado con grandes dificultades económicas, apareció en 1916. En un homenaje al novelista Manuel Gálvez, por primera vez en Buenos Aires, en esta clase de reuniones, aparece Alfonsina recitando con aplomo sus propios versos. En junio de 1916, aparece en Mundo Argentino un poema titulado «Versos otoñales». Aunque los versos son apenas aceptables, sorprende su capacidad de mirarse por dentro, que por entonces no era común en los poetas de su generación.

Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas
He sentido el otoño; sus achaques de viejo
Me han llenado de miedo; me ha contado el espejo
Que nieva en mis cabellos mientras caen las hojas.

Sus amigos los poetas modernistas

Amado Nervo, el poeta mejicano paladín del modernismo junto con Rubén Darío, publica sus poemas también en Mundo Argentino, y esto da una idea de lo que significaría para ella, una muchacha desconocida, de provincia, el haber llegado hasta aquellas páginas. En 1919 Nervo llega a la Argentina como embajador de su país, y frecuenta las mismas reuniones que Alfonsina. Ella le dedica un ejemplar de La inquietud del rosal, y lo llama en su dedicatoria «poeta divino». Vinculada entonces a lo mejor de la vanguardia novecentista, que empezaba a declinar, en el archivo de la Biblioteca Nacional uruguaya hay cartas al uruguayo José Enrique Rodó, otro de los escritores principales de la época, modernista autor de Ariel y de Los motivos de Proteo, ambos libros pilares de una interpretación de la cultura americana. El uruguayo escribía, como ella, en Caras y Caretas y era, junto con Julio Herrera y Reissig, el jefe indiscutido del nuevo pensamiento en el Uruguay. Ambos contribuyeron a esclarecer los lineamientos intelectuales americanos a principios de siglo, como lo hizo también Manuel Ugarte, cuya amistad le llegó a Alfonsina junto con la de José Ingenieros.

Su voluntad no la abandona, y sigue escribiendo. En mejores condiciones publica El dulce daño, en 1918. El 18 de abril de 1918 se le ofrece una comida en el restaurante Génova, de la calle Paraná y Corrientes, donde se reunía mensualmente el grupo de Nosotros, y en esa oportunidad se celebra la aparición de El dulce daño. Los oradores son Roberto Giusti y José Ingenieros, su gran amigo y protector, a veces su médico. Alfonsina se está reponiendo de la gran tensión nerviosa que la obligó a dejar momentáneamente su trabajo en la escuela, pero su cansancio no le impide disfrutar de la lectura de su «Nocturno», hecha por Giusti, en traducción al italiano de Folco Testena

También en 1918 Alfonsina recibe una medalla de miembro del Comité Argentino Pro Hogar de los Huérfanos Belgas, junto con Alicia Moreau de Justo y Enrique del Valle Iberlucea. Años atrás, cuando empezó la guerra, Alfonsina había aparecido como concurrente a un acto en defensa de Bélgica, con motivo de la invasión alemana. Comienzan sus visitas a la ciudad de Montevideo, donde hasta su muerte frecuentará amigos uruguayos. Juana de Ibarbourou lo contó años después de la muerte de la poetisa argentina: «En 1920 vino Alfonsina por primera vez a Montevideo. Era joven y parecía alegre; por lo menos su conversación era chispeante, a veces muy aguda, a veces también sarcástica. Levantó una ola de admiración y simpatía… Un núcleo de lo más granado de la sociedad y de la gente intelectual la rodeó siguiéndola por todos lados. Alfonsina, en ese momento, pudo sentirse un poco reina».

La amistad de Quiroga, el escritor de la selva

En 1922, Alfonsina ya frecuentaba la casa del pintor Emilio Centurión, de donde surgiría posteriormente el grupo Anaconda. Allí conoció, seguramente, al escritor uruguayo Horacio Quiroga, que había llegado de su refugio en San Ignacio, Misiones, durante el año 1916. Su personalidad debió atraer a Alfonsina. Un hombre marcado por el destino, perseguido por los suicidios de seres queridos, que, además, se había atrevido a exiliarse en Misiones, e intentado allí forjar un paraíso. En 1922, era ya el autor de sus libros más importantes, Cuentos de la selva, Anaconda, El desierto. Vivía modestamente de sus colaboraciones en diarios y revistas y desempeñó un papel protagónico en el intento de profesionalizar la escritura. Alfonsina había publicado sus libros Irremediablemente (1919) y Languidez (1920).

La amistad con Quiroga fue la de dos seres distintos. Cuenta Norah Lange que en una de sus reuniones, adonde iban todos los escritores de la época, jugaron una tarde a las prendas. El juego consistió en que Alfonsina y Horacio besaran al mismo tiempo las caras de un reloj de cadena, sostenido por Horacio. Este, en un rápido ademán, escamoteó el reloj precisamente en el momento en que Alfonsina aproximaba a él sus labios, y todo terminó en un beso. Quiroga la nombra frecuentemente en sus cartas, sobre todo entre los años 1919 y 1922, y su mención la destaca de un grupo donde había no sólo otras mujeres sino también otras escritoras. Sin embargo, cuando Quiroga resuelve irse a Misiones en 1925, Alfonsina no lo acompaña. Quiroga le pide que se vaya con él y ella, indecisa, consulta con su amigo el pintor Benito Quinquela Martín. Aquél, hombre ordenado y sedentario, le dice: «¿Con ese loco? ¡No!».

Un nuevo camino para la poesía

En el año 1923, la revista Nosotros, que lideraba la difusión de la nueva literatura argentina, y con hábil manejo formaba la opinión de los lectores, publicó una encuesta, dirigida a los que constituyen «la nueva generación literaria». La pregunta está formulada sencillamente: «¿Cuáles son los tres o cuatro poetas nuestros, mayores de treinta años, que usted respeta más?».

Alfonsina Storni tenía en ese entonces treinta y un años recién cumplidos, es decir, que apenas bordeaba la cifra exigida para constituirse en «maestro de la nueva generación». Su libro Languidez, de 1920, había merecido el Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura, lo que la colocaba muy por encima de sus pares. Muchas de las respuestas a la encuesta de Nosotros coinciden en uno de los nombres: Alfonsina Storni.

Mil novecientos veinticinco fue el año de la publicación de Ocre, un libro que marca un cambio decisivo en su poesía. Desde hace dos años es profesora de Lectura y declamación en la Escuela Normal de Lenguas Vivas, y su postura como escritora está absolutamente afianzada entre el público y sus iguales. Por aquella época muere José Ingenieros, y esto la deja un poco más sola.

Hasta la casa de la calle Cuba llega una tarde la chilena Gabriela Mistral. El encuentro debió ser importante para la chilena, ya que publicó su relato ese año en El Mercurio. Llamó por teléfono a Alfonsina antes de ir, y le impresionó gratamente su voz, pero le habían dicho que era fea y entonces esperaba una cara que no congeniara con la voz. Por eso cuando la puerta se abre pregunta por Alfonsina, porque la imagen contradice a la advertencia. «Extraordinaria la cabeza, recuerda, pero no por rasgos ingratos, sino por un cabello enteramente plateado, que hace el marco de un rostro de veinticinco años». Insiste: «Cabello más hermoso no he visto, es extraño como lo fuera la luz de la luna a mediodía. Era dorado, y alguna dulzura rubia quedaba todavía en los gajos blancos. El ojo azul, la empinada nariz francesa, muy graciosa, y la piel rosada, le dan alguna cosa infantil que desmiente la conversación sagaz y de mujer madura». La chilena queda impresionada por su sencillez, por su sobriedad, por su escasa manifestación de emotividad, por su profundidad sin trascendentalismos. Y sobretodo por su información, propia de una mujer de gran ciudad, «que ha pasado tocándolo todo e incorporándoselo» (1).

El 20 de marzo de 1927 se estrena su obra de teatro, que despertaba las expectativas del público y de la crítica. El día del estreno asistió el presidente Alvear con su esposa, Regina Pacini. Al día siguiente la crítica se ensañó con la obra, y a los tres días tuvo que bajar de cartel. El diario Crítica tituló «Alfonsina Storni dará al teatro nacional obras interesantes cuando la escena le revele nuevos e importantes secretos». La escritora se sintió muy dolida por su fracaso, y trató de explicarlo atribuyéndole la culpa al director y a los actores.

Años de equilibrio

Alfonsina intervino en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores y su participación en el gremialismo literario fue intensa. En 1928 viajó a España en compañía de la actriz Blanca de la Vega, y repitió su viaje en 1931, en compañía de su hijo. Allí conoció a otras mujeres escritoras, y la poeta Concha Méndez le dedica algunos poemas. En 1932, publicó sus Dos farsas pirotécnicas: Cimbelina y Polixene y la cocinerita. Está tranquila, colabora en el diario Crítica y en La Nación; sus clases de teatro son la rutina diaria, y su rostro empieza a cambiar. Las canas cubren su cabeza y le dan un aire diferente.

En 1931, el Intendente Municipal nombró a Alfonsina jurado y es la primera vez que ese nombramiento recae en una mujer. Alfonsina se alegra de que comiencen a ser reconocidas las virtudes que la mujer, esforzadamente, demuestra. «La civilización borra cada vez más las diferencias de sexo, porque levanta a hombre y mujer a seres pensantes y mezcla en aquel ápice lo que parecieran características propias de cada sexo y que no eran más que estados de insuficiencia mental. Como afirmación de esta limpia verdad, la Intendencia de Buenos Aires declara, en su ciudad, noble la condición femenina», afirma Alfonsina en un diario al referirse a su designación.

En la Peña del café Tortoni conoció a Federico García Lorca, durante la permanencia del poeta en Buenos Aires entre octubre de 1933 y febrero de 1934. Le dedicó un poema, «Retrato de García Lorca», publicado luego en Mundo de siete pozos (1934). Allí dice: «Irrumpe un griego /por sus ojos distantes (…). Salta su garganta /hacia afuera /pidiendo /la navaja lunada /aguas filosas (…). Dejad volar la cabeza, /la cabeza sola /herida de hondas marinas /negras…».

El 20 de mayo de 1935 Alfonsina fue operada de un cáncer de mama.

En 1936 se suicida Horacio Quiroga y ella le dedicó un poema de versos conmovedores y que presagian su propio final:

Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria…

Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías…
Allá dirán.

El final

El veintiséis de enero de 1938, en Colonia, Uruguay, Alfonsina recibe una invitación importante. El Ministerio de Instrucción Pública ha organizado un acto que reunirá a las tres grandes poetisas americanas del momento, en una reunión sin precedentes: Alfonsina, Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral. La invitación pide «que haga en público la confesión de su forma y manera de crear». Tiene que prepararse en un día y, llena de entusiasmo, escribe su conferencia sobre una valija que ha puesto en las rodillas. Divertida, encuentra un título que le parece muy adecuado: «Entre un par de maletas a medio abrir y las mancillas del reloj».

Hacia mitad de año apareció Mascarilla y trébol y una Antología poética con sus poemas preferidos. Los meses que siguen fueron de incertidumbre y temor por la renuencia de la enfermedad. El 23 de octubre viajó a Mar del Plata y hacia la una de la madrugada del martes veinticinco Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió al mar. Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa. A la tarde, los diarios titulaban sus ediciones con la noticia: «Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poetisa de América». A su entierro asistieron los escritores y artistas Enrique Larreta, Ricardo Rojas, Enrique Banchs, Arturo Capdevila, Manuel Gálvez, Baldomero Fernández Moreno, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, Alejandro Sirio, Augusto Riganelli, Carlos Obligado, Atilio Chiappori, Horacio Rega Molina, Pedro M. Obligado, Amado Villar, Leopoldo Marechal, Centurión, Pascual de Rogatis, López Buchardo.

El 21 de noviembre de 1938, el Senado de la Nación rindió homenaje a la poeta en las palabras del senador socialista Alfredo Palacios. Este dijo:

«Nuestro progreso material asombra a propios y extraños. Hemos construido urbes inmensas. Centenares de millones de cabezas de ganado pacen en la inmensurable planicie argentina, la más fecunda de la tierra; pero frecuentemente subordinamos los valores del espíritu a los valores utilitarios y no hemos conseguido, con toda nuestra riqueza, crear una atmósfera propicia donde puede prosperar esa planta delicada que es un poeta».
(Tomado del Proyecto Cervantes)
 


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Muestra de poesía
Bien pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
no fuera más que aquello que nunca pudo ser,
no fuera más que algo vedado y reprimido
de familia en familia, de mujer en mujer.
Dicen que en los solares de mi gente, medido
estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
de mi casa materna... Ah, bien pudiera ser...
A veces en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero, se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.
Y todo esto mordiente, vencido, mutilado,
todo esto que se hallaba en su alma encerrado,
pienso que sin quererlo lo he libertado yo.
Alfonsina Storni, Bien pudiera serazure
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